Capítulo 35

El sol apenas se elevaba sobre Noosa cuando Julie descendió al salón principal del hotel con carpeta en mano y gesto decidido. Esa mañana no se trataba de gráficos ni planes. Se trataba de presencia.

Catalina la esperaba allí, con una copa de jugo verde en la mano y su vestido claro perfectamente entallado. Estaba sola. No parecía que hubiera convocado reunión alguna. Solo estaba… posicionada.

Julie caminó hasta ella. No sonrió. Pero tampoco se mostró hostil. Su elegancia era su armadura.

—Catalina —dijo, en tono neutral—. Quería hablar contigo unos minutos.

La mujer alzó las cejas. Fingió sorpresa.

—¿Estás bien?

—Estoy enfocada —corrigió Julie.

Catalina dejó su copa sobre la mesa.

—Adelante.

Julie se plantó frente a ella. Firme. Sin temblores.

—Sé que estás aquí en calidad de inversora. Y respeto eso. Pero también sé que estás acostumbrada a manejar espacios. Y esta vez… no puedes.

Catalina se inclinó hacia adelante con una sonrisa diplomática.

—¿No puedo…?

—Manipular la percepción d
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