—Vaya, veo que regresa la hija pródiga.
La voz de Darby Jones sonó áspera, como si el tiempo no hubiera suavizado ni una sola de sus aristas. Julie se quedó inmóvil en el umbral, con las manos temblorosas a pesar de los años de distancia y éxito. Desde el momento en que supo que regresaría a Jacaranda, había intentado prepararse para ese encuentro. Pero ninguna visualización, ningún discurso ensayado, ninguna armadura emocional era suficiente para enfrentar al hombre que la había quebrado. Respiró hondo. El aire olía a desinfectante y a muebles nuevos, pero también a pasado. A control. A miedo. La residencia era una de las más exclusivas de la región, con jardines cuidados y personal atento. Pero el dinero no podía comprar la salud, y eso era algo que Darby Jones ya no tenía. Ni salud… ni humanidad. Cinco años atrás, había intentado manipularla para que dejara