— ¿Lista para esto? — inquiere Damián cuando estaciona en el lugar indicado detrás del restaurante.
— No alarguemos más esta agonía — digo ganándome una risa de su parte.
Bajamos del coche y somos guiados hasta el inicio de la alfombra verde dispuesta para que la prensa haga su trabajo.
Mis manos sudan y miro alrededor para notar como nos miran las personas.
Unos con sonrisas.
Otros con escepticismo y están los que nos miran mal.
— Bien. Creo que oficialmente soy la peor ramera en este momento— susurro sintiendo un hueco en el estómago. Damián me mira frunciendo el ceño.
— No eres nada de eso. Solo tienen envidia.
— Vale. Ahora se le llama envidia.
— Venga. Es el momento— dice cuando una de las organizadoras le hace una seña. Respiro profundo y cuando entramos a la alfombra, los reflectores y el flash de las cámaras me dejan casi ciega.
Las personas gritan preguntas y otros dicen cosas que no entiendo.
Es un maldito caos.
— ¡A tu derecha Damián! — grita una voz masculina.
Poso con mi