Sonny aún se encontraba ensimismado con su comida, los granos de arroz esparcidos por su rostro y por toda la mesa. Audrey y su hija, Elisa, dejaban que el niño se las arreglara solo, pensando que era importante que los niños aprendieran a hacer cosas por sí mismos, incluso si al principio no lo hacían bien. De todas formas, con práctica, se volverían más diestros.
Sonny estaría cumpliendo tres años en unos meses; ya era hora de que aprendiera a comer por su cuenta.
Zachary le dio una palmadita en la cabeza a Sonny antes de dirigirse a Audrey con un tono calmado: —Tía Audrey.
Audrey asintió con un suave Mmm, invitándolo: —Ven, vamos a comer.
Los sirvientes ya habían preparado su cubertería.
Después de saludar a Audrey, Zachary dirigió su mirada hacia Elisa, quien estaba absorta en su comida y no miraba hacia él con los ojos brillantes como antes. Zachary contuvo un momento antes de saludar: —Hola, prima.
—Pfff...
—¡Ejem, ejem, ejem!
De repente, Elisa se atragantó con su comida, estalló