—Papá, es mejor escuchar el arreglo de mamá. No creo que vaya a ser lo que tú piensas. La tía Valencia tiene dieciocho años más que mi mamá, su asistente debe tener por lo menos veinte años más que mi mamá, y aunque ese viejo siga vivo, tiene casi cien años, ¿no?
—¿Qué otra cosa puede hacer un anciano de esa edad que incluso necesita ayuda para caminar?
—Y no creo que tenga buena memoria, ¿cuánto puede recordar de hace décadas?
—Además, aunque esté vivo, goce de buena salud y pueda hablar bien, ¿creerá todo el mundo lo que dice? ¿O tiene en sus manos pruebas que puedan demostrar que mi mamá mató a la tía Valencia?
Ricardo no quería llevar a toda su familia de vuelta al pueblo natal de su padre.
Como hijos, no podían hacerse cargo del negocio familiar, pero tenían varias propiedades en la Ciudad Río.
Locales, pequeñas fábricas, varios chalés, pisos grandes en edificios... Y aquí tenían una vida muy cómoda.
Si volvían al pueblo natal de su padre, tendrían que empezar de nuevo. Además, es