Decían que Dalia no era buena persona. ¿Y eran buenas?
Dalia pensaba que si Isabela era buena, debería ser generosa, dejar atrás su pasado y darle todas las propiedades de sus padres.
—Dalia, no quería decir eso. En mi corazón, tanto Isabela como tú sois mis hermanas. Sólo creo que ya es hora de que te independices y vivas por tu cuenta. Tienes que saber juzgar los tiempos.
—No podemos seguir viviendo al abrigo de papá y mamá. Ya no pueden ayudarnos, tenemos que depender de nosotros mismos.
—Isabela no es así de mala como crees, y si de verdad te tratara sin piedad, ahora mismo no podrías sentarte aquí maldiciéndola.
—E Isabela no se apropió de toda las propiedades. Recuperó lo que su padre le dejó. Si lo repartimos según la ley, parte de los bienes de mamá también le pertenecen a ella, al fin y al cabo, también es hija biológica de mamá.
—Todavía soy estudiante y no puedo dirigir la empresa, así que tengo que dejar los negocios a Isabela. Estoy seguro de que ella no codiciará esas pro