—¡Qué rápido!
Serenity sonrió y dijo: «Mi marido y yo comemos rápido. Solemos estar ocupados con el trabajo y nos queda poco tiempo para comer, así que hemos desarrollado esta velocidad.»
Doris lo entendió.
Serenity cogió a Sonny de la mano, implorando a su marido que la siguiera, y salió de la suite presidencial, cerrando la puerta pensativamente.
Zachary dio instrucciones a los guardaespaldas para que fueran a comer y no montaran guardia.
Tanto Arturo como Doris comprendieron que Serenity les había ofrecido deliberadamente la oportunidad de quedarse a solas.
Cuando Doris y Arturo eran los únicos que quedaban en la sala, Doris cogió su copa y tomó un sorbo, con los ojos clavados en Arturo.
Arturo suspiró y pensó que ya no podía esconderse.
—Señorita Alanis, ¿tienes algo que decirme?
Doris no dijo nada, tomó su copa de licor y le miró en silencio.
El hombre era guapo.
Todos los hombres de la familia York eran apuestos. Doris pensaba que Zachary era muy guapo, pero parecía serio y no er