—Llévate todo el dinero que puedas. —dijo Dalia.
—Ahora soy tan pobre que apenas puedo pagar la comida.
Thiago comentó: —Puedes buscar un trabajo. Si tienes un trabajo, tendrás dinero. No te morirás de hambre, los que se mueren de hambre son los vagos.
Dalia dijo con el rostro sombrío: —¿Un trabajo? Soy la honorable segunda hija de la familia Nuñez, ¿tengo que trabajar? Qué tontería, mamá y papá dijeron que nací para disfrutarlo todo.
—Si Isabela no me hubiera congelado la tarjeta bancaria, ¿cómo es que no tengo dinero? No hace falta que me des lecciones.
La cara de Thiago se puso muy fea y respondió: —Dalia, no te estoy sermoneando, es solo que quiero decirte que ahora somos diferentes y tenemos que ganarnos la vida por nuestra cuenta. Si tuvieras capacidades, no tendrías miedo aunque Isabela te congelara la tarjeta bancaria.
—Es porque no sabes nada, te sientes incapaz de vivir sin tu tarjeta bancaria.
—Ya está, date prisa y tráeme el dinero, sabía que estás favoreciendo a esa ciega.