Una vez que Camelia terminó de escribir la receta, se la entregó a Callum y dijo: —Supongo que todavía tienes los medicamentos que les hice enviar la última vez. Compra los medicamentos siguiendo esta receta y combínalos con los que les envié anteriormente.
—Después de completar este tratamiento, volveré para revisar a la señorita Nuñez. Si tienes tiempo libre, llévala a pasear y disfrutar del paisaje verde al aire libre. —añadió.
—Gracias, Doctora Stark.
Respondió Callum sinceramente, expresando su agradecimiento.
Cada día, Callum se encargaba personalmente de comprar los medicamentos. Luego los llevaba a Camelia, quien los inspeccionaba uno por uno, los olía y se aseguraba de que no fueran falsos o que alguien hubiera añadido veneno antes de permitir que Isabela los tomara.
Camelia bromeaba con Isabela, diciendo que después de tantos años de práctica médica, Callum era el familiar del paciente más cuidadoso y atento, y que el futuro de Isabela estaría lleno de felicidad y dulzura.
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