—Te queda muy bien, mi hija siempre ha sido hermosa.
—Mamá, tengo un collar nuevo y necesito ropa que combine con él.
Sandra sonrió y respondió: —Hay mucha ropa nueva en tu armario, la cual nunca has usado.
Luego sacó una tarjeta bancaria, se la entregó a Giselle y le dijo: —Compra lo que quieras. No te pongas triste más.
Giselle tomó la tarjeta bancaria y se puso feliz.
—Gracias mamá, te amo mucho.
Sandra sonrió de nuevo: —Creciste a mi lado. Aunque no estemos relacionadas por sangre, siempre te trato como a mi hija biológica. Te trato mejor que a Chloe.
—Pero no me dejaste volver a trabajar en la empresa y permitiste que Chloe me echara.
La sonrisa de Sandra desapareció y respondió seriamente: —Giselle, no te pedí que cambiaras el apellido de tu padre y te permito que mantuvieras el apellido Fisher. Debes ser satisfecha. No importa cuánto quieras, no lo pienses. No lo olvides. Si no fuera por la ambición de tu padre biológico, mi hija biológica no habría crecido en el campo.
—Fuiste