—Está bien, no importa si no quieres tomar mi coche, a mí me da igual. He venido a recoger a Elisa y de paso a ti, y ya que no quieres, puedes buscarte el camino de vuelta.
Alejandro siempre hablaba con una sonrisa, pero para Remy, cada palabra que decía parecía llevar una espina que iba a clavar su corazón.
Alejandro le preguntó a Elisa: —Supongo que la maleta que sostiene Remy es tuya. De color rosa, debería ser tuya, por que a las muchachas les gusta ese color.
Diciendo esto, dio un paso adelante y le quitó la maleta a Elisa de la mano de Remy y se dirigió a la parte trasera del coche. Con un suave movimiento levantó y metió la maleta en el maletero. Después de taparla, sonrió a Elisa y le dijo: —He hecho una reserva en el Hotel Wiltspoon, y también he pedido las comidas para ti, así que podrás disfrutar de los platos enseguida cuando llegues allí.
—Después de la comida, puedes irte a casa o pasear si quieres, me encargaré de que alguien te acompañe.
Eso significaba que no acompañar