Duncan no sabía qué responder.
Este pequeño era bien terco.
—Sonny.
Liberty también los vio y se acercó a ellos.
Duncan recordó a Sonny otra vez y le pidió que no dijera nada. Parecía que Sonny no escuchó sus indicaciones, pues se deslizó de sus brazos y corrió hacia su madre.
—Mamá.
Liberty esperó a que su hijo llegara, tomó su manita y le preguntó con una sonrisa: —¿Sonny ya no quiere jugar?
—No quiero jugar más, quiero regresar a casa.
—Está bien, nos vamos a casa.
Liberty miró a Duncan que se acercaba y le agradeció con calma: —Duncan, gracias por echarme la mano con Sonny.
—De nada, estaré encantado de cuidar a Sonny por ti.
Duncan extendió la mano y acarició la cabeza de Sonny: —Sonny es un niño muy obediente.
Liberty sonrió y luego le dijo a Duncan: —Duncan, Sonny quiere regresar a casa, entonces noa vamos primero.
Duncan dijo inmediatamente: —Os llevaré a casa.
—No es necesario.
Liberty levantó a su hijo y le pidió que se despidiera de Duncan.
—Liberty.
Duncan quería saber la c