《¿Cómo pudo el señor Callum dejar que una ciega le llevara flores?》
La recepcionista hizo una pregunta en su corazón, pero mantuvo la sonrisa y le dijo a Isabela.—Señorita Nuñez, ¿en qué puedo ayudarle?
—Muchas gracias, pero no hace falta.
Isabela ya había recordado cuántos metros había que recorrer hasta la entrada del ascensor y no tuvo necesidad de molestar a la recepcionista.
—Está bien. Si necesita cualquier cosa, siempre puede buscarnos.—respondió la recepcionista con la sonrisa. Observó a Isabela sostener el ramo avanzando lentamente con su bastón. Esperó a que Isabela se alejara antes de volver a su puesto de trabajo.
—¿Cómo puede el señor Callum dejar que una ciega le entregue flores?—preguntó a su colega.
—¿Será posible que el señor Callum está interesado en la señorita Nuñez? Llevamos dos años trabajando en la empresa y no hemos visto a ninguna mujer que le interese al señor Callum, y ninguna señorita ha venido a la empresa a visitarlo.
—No lo creo. Podría ser que el señor C