Riin, riin...
El teléfono móvil de Serenity comenzó a sonar.
Por intuición, pensó que era una llamada de su esposo, Zachary.
Miró el teléfono y, efectivamente, era Zachary.
—Es mi esposo.
Le informó a las otras dos.
Jasmine, dándose cuenta de que debía darles privacidad, se alejó hacia una estantería para retomar una novela que no había terminado.
Elisa, sonriendo pícaramente, dijo: —Creo que es hora de que me vaya. Si no hay problemas con el contrato, mañana enviaré a alguien a firmarlo con los líderes del pueblo, y así podremos comenzar nuestro proyecto.
Dicho esto, agarró su bolso y se despidió.
Serenity, con una sonrisa, respondió la llamada de Zachary.
—Mi amor.
La voz de Zachary sonó profunda y seductora, claramente tratando de encantarla con su tono.
Pero Serenity, que conocía demasiado bien sus trucos, no pudo evitar reír y dijo: —Zachary, si tienes algo que decir, dilo directamente. No necesitas usar tus encantos conmigo.
Hubo un breve silencio antes de que Zachary preguntara: