Capítulo 961
Cuando estaba a punto de llegar al último, oyó un ruido procedente del otro lado de la calle, y luego expulsaron las estanterías y la mercancía del pequeño supermercado —Adicto al Dinero— una a una.

Santiago se quedó de piedra.

Oyó a una chica gritar enfadada, escuchó a un grupo de hombres corpulentos que se reían de ella y vio a la señorita Jiménez, que se pavoneaba delante de la tienda con una sonrisa despiadada.

—Berta García, ¡esto es sólo una pequeña advertencia para ti!

Alita miró el desorden y se regodeaba.

—Si en el futuro te atreves a decir tonterías y denigrar a mi familia, ¡tengo más medios para castigarte!

—¿Tu familia hizo cosas que dañaba a la gente. ¿Me toca denigrar?—Berta la fulminó con la mirada—. Alita Jiménez, será mejor que tengas cuidado, ¡porque Dios va a castigarlos a cualquier tiempo!

—Zorra. ¿Cómo te atreves a maldecirme?

Berta optó por ignorarla y recogió sus cosas en el suelo poco a poco.

Todas las frutas y verduras de la tienda habían sido tiradas por el gr
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