—Yo también soy tu tío, pequeño.
Santiago lo vio venir de nuevo hacia él e inmediatamente lo esquivó con su mano gorda, dandole un golpe en la cara.
—No, no eres...
Polo sonrió y abrazó a su hijo:—Bebé, el tío Emilio es inteligente, así que no necesita tu ayuda, pero este tío es un poco bobo y da mucha lástima. ¿Te enseñé a ser compasivo, no?
Santiago asintió con la cabeza y respondió con voz suave:— Sí.
—Entonces ayudemos a este estúpido tío, ¿vale?
Santiago parpadeó por un momento, como si creciera, y asintió fuertemente.
—Bebé, eres un buen, buen chico.
—Polo—Daniel apretó los dientes.
Polo le miró y enarcó una ceja. —¿Cómo?
—Nada—Daniel dijo esas cuatro palabras en un tono feroz—. Te doy las gracias.
...
El fin de semana hacía un día precioso, y Lucía y Soledad iban hombro con hombro, caminando despacio por el campo cubierto de hierba.
Soledad en realidad no había querido salir a jugar, pero en cuanto escuchó la voz suave y pegajosa de Santiago en el teléfono, su corazón se derriti