Santiago miró con ojos grandes, bobos y confusos.
—¡Te voy a bañar hoy contigo, no vamos a usar el lavabo, nos vamos a duchar de pie!
—¿Eh?— Lucía se sobresaltó:—¿Cómo puede ser? Este ...—
Pero antes de que pudiera detenerlo, Polo dio un paso adelante y llevó a su hijo al cuarto de baño.
Y cerró la puerta.
Lucía estaba ahí fuera y estaba preocupada sin poder hacer nada.
No pasó mucho tiempo antes de que se oyera el sonido del agua corriendo procedente del interior.
Al principio Santiago no parecía acostumbrarse y lloró durante un rato, lo que Polo le calmó de un modo especial de un padre estricto:
—Chico, ¿no eres un hombre? ¿Tienes miedo de este chapoteo?
—¿No es sólo lavarte el pelo? ¿Por qué lloras?
—¡Santiago! ¡Si vuelves a gruñir, no te bebas la leche después!
El corazón de Lucía se apretó tanto que no pudo precipitarse y golpear a ese hombre.
Pero pronto Santiago dejó de llorar, y de vez en cuando le salían risitas.
A continuación, ...
—Ah...
Polo dio un grito que sobresaltó a Lu