Sonia se había tomado un descanso durante un tiempo, pero había vuelto a centrar su atención en Brenda.
Ahora que Lucía no recibe su saludo diario, fue Brenda la que se llevaba un gran dolor de cabeza por ser acosada por ella a diario.
Era fin de semana, hacía sol y Lucía estaba cómodamente tomando el sol en una tumbona del patio cuando, de repente, oyó un agudo timbre.
El mayordomo fue a abrir la puerta, sólo para ver a Brenda que se acercaba llegando con el pelo revuelto y un ojo morado.
—Ay... Luci te lo ruego, ¿te llevarás a esa mujer? ¡Llévatela!
Lucía soltó una carcajada y tiró de Brenda para que se sentara a su lado.
Luego leyó los diversos mensajes y correos electrónicos que Sonia había enviado a Brenda a lo largo de estos días.
Además de los mensajes habituales para el alma, había innumerables fotos.
Aquí había fotos de todos tipos de ella, y desde varios ángulos de frente y de lado.
La más aterradora fue enviada ayer en mitad de la noche, una foto de su cara.
Lucía estaba beb