Sonia se congeló.
Cuando se encontró cara a cara con Lucía, su corazón tartamudeó sin motivo.
Los ojos no eran los suaves y acuosos que recordaba, eran afilados, y la sonrisa de Lucía era un poco más compleja.
Ese aspecto... ¡se parecía un poco al de Polo!
Sonia se calmó y fingió sonreír: —Je, ¿a quién voy a llamar si no a ti? ¿Cuántas cuñadas más tengo?
—¿He oído que te has convertido en jefa del departamento de administración? —Lucía sonrió tímidamente.
Sonia hizo una pausa y asintió.
—El departamento de la administración de la empresa es muy importante, como jefa, debes tomar la iniciativa en el cumplimiento de todas las normas y reglamentos de la empresa.
—Estás en la empresa, no en la casa. —Lucía la miró—. ¿No es demasiado indisciplinada la forma en que te diriges a mí?
—Tú...
Sonia apretó los puños.
Aunque en el fondo no estaba convencida, no podía decir nada.
Después de todo, Lucía tenía razón, y no esperaba que la mujer se aferrara a la cuestión de los títulos.
¡Ella vino a l