Samuel se enjugó enérgicamente los ojos y sacudió con fuerza la cabeza.
¿Acababa de ver a un fantasma?
El carroñero...
Aunque solo apareció delante de Samuel por un momento, ¡sus cejas y ojos eran claramente iguales a los de Polo!
—¿Samuel? ¡Samuel! —Juan lo llamó por el otro lado—. ¿Te ha caído al agua?
Samuel no respondió. Se olvidó de colgar el teléfono y aturdido, persiguió al hombre. Este se dio cuenta de que alguien lo seguía e inconscientemente aceleró el paso.
Probablemente conocía bien la zona y, como era todo montañoso, dio unas cuantas vueltas y desapareció.
Samuel se quedó inmóvil, con todo el cuerpo helado y las manos y los pies fríos.
Onsen hostal y Grupemente Juárez, al otro lado de la calle, no estaban muy lejos, pero la zona del medio era pública y no pertenecía a la esfera de influencia de Grupemente Juárez.
Y justo ahora Samuel estaba pescando aquí. No tenía ningún guardaespaldas con él, y ahora no podía perseguirlo aunque quisiera.
El vagabundo que acababa de pasar