MAYO
Justo cuando decidí que quizá me equivocaba. Quizá le estaba dando demasiadas vueltas y no encontraba una razón, sonó su teléfono. Edmond le echó un vistazo y la sonrisa se le esfumó. Solo una app podía hacer semejante magia: Snuggle. La ignoró. Volvió a sonreír y, para superar el infierno que Snuggle le había dado, intentó charlar un rato.
"¿Qué tal va la lista de deseos?"
"Sin querer, taché una", respondí con sinceridad. "Parece que rechazar tu oferta fue una decisión valiente y Snuggle lo considera como salir de mi zona de confort".
"Bien". Intentaba escuchar. Lo hacía. Pero era evidente que tenía la mente en otra parte. Justo antes de que pudiera reunir el valor para preguntarle qué pasaba, su teléfono volvió a vibrar. Lo cogió y juraría que lo oí maldecir en voz baja. Aproveché la oportunidad.
"¿Está todo bien?"
"Sí". Mintió entre dientes. "No me había dado cuenta de que el servicio aquí fuera tan lento."
No tuvo que decir mucho más porque, poco después de su comentario, lle