Capítulo 2

     La fiesta siguió su curso, Antonella era una niña rica acostumbrada a hacer o que deseaba.  No conocía la palabra No, tampoco sabía de límites, el mundo para ella, era su mundo, era egocéntrica, al grado de narcisista y la vida de los demás poco interesaba.  Sus amigas, bueno eran muchas, pero si al grado de que si algo apocalíptico ocurriera en su vida quedaría no mas allá de dos, pero

eso ella no se cuestionaba, lo único válido para ella era el presente, el futuro no existía

porque quien sabe que puede pasar decía comúnmente.

Tampoco cuestionaba su vida moral y hablar de ética con ella era una pérdida de tiempo.  Su madre, no era su madre poco menos era su sirvienta, a quien ella tenía al alcance de su mano para sus obsesiones.  No poseía límites ni tampoco los conocía, pretendía creer que las personas eran simples títeres manejados por su belleza su estatus y el padre que poseía: Don Antonio Sotello un hombre de sesenta y siete años, robusto y sumamente soberbio altivo igual que su hija más pequeña a la que adoraba más que a su vida.

El sol iba bajando lentamente, Marcos se acercó a Antonella y suavemente la toma por los hombros la besa en el cuello, ella se estira hacía atrás y le sonríe provocativamente, él le habla casi en un susurro – recuerda lo que te dije, no lo olvides cariño -

Ella lo mira con los ojos entrecerrados y contesta bajito – sí -

La diversión llega a su final, el yate vuelve a su lugar de origen, todos bailan y cantan, la música caribeña suena a todo volumen, los jóvenes bailan, algunos estaban pasados de bebida y de algo más.  Era el caso de Antonella había bebido más de la cuenta, por tanto, se puso a bailar desenfrenadamente con las otras chicas, se le unen al círculo formado algunos de los otros chicos. Algunas de las chicas se sacaron la parte de arriba de su traje de baño, Antonella comenzó a bailar con uno de los jóvenes, Damián, pero su baile para el gusto de Marcos y para algunos de los allí presentes pasaba lo normal.  Antonella movía sus caderas y lo hacía muy bien, su cuerpo pegado al del joven y de espaladas a él.  A marcos comenzó a disgustarle esa situación, lo decía su rostro y su mano derecha que se pasaba nerviosa por su barbilla, Pero nada dijo se mantuvo en silencio, mientras que la joven al son de la música levantó los ojos y dio con los de Marcos cuya expresión ella la detectó como dura, pero aun así continuó bailando.

Fin de la jornada, llegan a puerto, Marcos amarra el yate y le alcanza las llaves a Jacinto, cuando ve acercarse a Antonella, la ignora por un momento continúa haciendo lo que estaba realizando,

- demoras mucho? -

Marcos – no – y luego pregunta - ¿por qué? -

- Bueno...por si me puedes acercar hasta casa -

- no habías venido en tu auto? -

- sí, pero lo puedo dejar aquí y pedir que me lo levanten mañana -

- Está bien – dice Marcos atando el último nudo al yate, ella lo observaba con mucha atención, el a su vez lo hacía con el rabillo del ojo, al mismo tiempo que pensaba “es una chiquilla”.  Luego de terminada su tarea, él toma su mochila y solo le dice – vamos -, un “vamos” que a ella le sonó como muy seco, pero solo lo obedeció sin hacer preguntas al respecto.

Ya en el auto hubo un silencio abrumador hasta que él lo quiebra

- ¿que fue “eso” en el yate? -

- ¿A qué le llamas “eso”? -

- A ese baile que tuviste con ese chico Damián, eso no era un baile, ese fue un típico “franeleo”-calla y continua – ¡no es el baile en sí, sino la forma en que lo hacías! - exclama

Antonella lo observa por el rabillo del ojo y ve lo consternado que está Marcos cosa que poco le importa y tampoco le interesa, pero habla al fin – es la forma que tenemos de bailar las chicas de hoy – y continua – es una modalidad, el “perreo”, le llaman, por si no estás actualizado -

“el perreo”, que cosa más vulgar le sonó, pero bueno como dice la joven es una modalidad.  El levanta su mirada del volante y responde – ¿de qué chicas me hablas? - silencio – ¡no he visto a mi hermana menor bailar de la manera en la que tú lo haces! - cuando Marcos nombra a su hermana menor esto enoja mucho a Antonella y afirma con cierto ímpetu - ¡oye, que me importa como diablos baila tu hermanita! - dice mientras mueve la cabeza de un lado hacía el otro.

Marcos calla por un momento y luego vuelve a hablar – mira mejor calmémonos – y continua – al final ni siquiera tenemos nada en común más que un simple “revolcón”, lo que no es tan importante para generar una guerra – luego - ¿no te parece? -

- Sí- dice la chica levantando sus hombros en señal de “que me importa”.

El resto del camino hasta la casa de Antonella lo hicieron en silencio, mientras Marcos observaba el paisaje de su alrededor y que todo hubiera sido más hermoso sin el famoso “bailecito”.

Me estaré poniendo viejo pensó.

Detiene su deportivo azul gris frente a la mansión de los Sotelo y se queda ahí detenido un segundo hasta que al fin habla – bueno piensa en lo que hablamos en el yate, en mi propuesta y… la chica lo detiene - ¿y no es que para ti fue un simple revolcón? - aduce

Marcos- levanta una mano en señal de paz – estaba furioso, no sabía lo que decía – la joven se sonríe y agrega – ¡para ser un poco grande y no saber que dices entonces estamos en un problema!

Marcos se pasa una mano por su cabello negro y sedoso, la mira a los ojos, la chica en ese momento pensaba que eran los ojos más hermosos que había visto, especialmente su color y sus espesas pestañas. El habla – mira si llegamos a entrar en una relación en la cual los dos estemos seguros de que es lo queremos y deseamos para nuestras vidas no quiero que esto que vi hoy vuelva a repetirse -

Ella – bueno Marcos veremos qué pasa que decisión tomaré, no sé, soy muy joven todavía, no sé ni siquiera sé que quiero hacer con mi vida ni hacía donde voy- calla por un momento, luego – ¡lo único que sé es que quiero divertirme! - y se levanta de hombros como si eso fuera algo muy común en ella, como una respuesta corporal, toma su mochila rápidamente le da un beso en la mejilla, se va a bajar, pero él la toma con suavidad, pero con cierta fuerza al mismo tiempo - ¡espera! -

le pasa un dedo por el contorno de su rostro y luego, le acomoda un mechón de pelo desordenado que cae sobre su frente – sé que eres muy joven todavía, que no has pensado en tomar decisiones sobre tu vida, pero yo tendré un poco de paciencia, siempre tratare de respetar rus decisiones -

la besa suavemente primero y luego ese beso se transforma en sofocante, y Antonella se deja llevar y le responde, luego la suelta de golpe – no lo olvides – le dice mientras le pasa el dedo pulgar por los labios rojos debido a ese beso tan exuberante.

Antonella baja rápidamente del auto, prácticamente huye, mientras lo hace piensa que nadie la ha dejado así ni tampoco despierta esas emociones en su cuerpo y en su mente.

Desde una ventana Ruth su madre observaba la escena y sonreía con placer, pues los planes para poder casar a su hija con uno de los solteros más ricos y codiciados del país se ponía en marcha.  Solo bastaba que la “loquilla” de su hija no lo echara a perder.

El deportivo de Marcos arranca precipitadamente y se pierde en la noche, mientras Antonella coloca su iris en la cámara que se encuentra fuera del portón y uno de los guardias de seguridad de la casa se acerca al portón, la reconoce y se mueve con cierta tranquilidad.  Ella saluda sin darle demasiada importancia, sin mirarle siquiera su rostro y sigue de largo por el sendero que la lleva a la puerta principal de la casa, siente a sus espaldas como se cierra el portón de entrada y se pregunta por trigésima vez porque su padre necesita tanta seguridad.

       Mientras Marcos continua su viaje de regreso a su casa y en el camino se pregunta si está bien enamorarse de una chica tantos años menor, y una chica que no es ni siquiera lo que su madre imagina para él.  Su madre, ella también quiere una chica de buena familia, aunque para ella lo de “buena familia” es que pertenezca a su clase social, y además que venga con un agregado “un título”.  Su madre y sus deseos, pero ha sido una gran compañera, desde que su padre falleciera en aquel fatídico día, en el cual, él entendió que tenía que hacerse cargo de su familia, los negocios de su padre, su madre, su hermano menor Joaquín y su hermana más pequeña Delfina.

Llega a su casa todavía convive con su madre y su hermana menor, porque su hermano Joaquín se casó hace más o menos un año con una rica heredera, pero él tiene su apartamento de soltero donde recibe sus novias de turnos y hace reuniones con sus amigos y donde algunas noches cuando se va de viaje y regresa muy tarde para no molestar a su mamá se va a su apartamento, donde puede estar y sentirse a gusto, puede pensar, aislarse, cuando  se le hace necesario y tocar su guitarra sin que nadie lo moleste.

Era temprano aun así que podía cenar con su madre y su hermana Delfina de dieciséis años.  Entra al recibidor y lo recibe el ama de llave que toma en sus manos sus cosas y se las lleva, él la saluda al entrar con un beso y dice - ¡hola Ana! - seguidamente –¡Gracias! - . Su madre escucha su voz y sale enseguida de la cocina donde estaba dando órdenes para los preparativos para la cena.

- ¡ey, has vuelto temprano! - él se acerca le da un abrazo y la besa en la mejilla

- lo que sucede que dos de las chicas que fueron con nosotros en el yate eran menores y no podían llegar muy tarde a sus casas – su madre lo mira preocupado, él se da cuenta y riendo mientras se coloca los dedos en los ojos en señal de cansancio le dice amorosamente -¡ no, no, no es lo que estás pensando – y ríe, su madre piensa que tiene la risa muy parecida a su amado Franco, se fue tan joven, algo le aprieta el corazón, pero enseguida se repone - ¡ven aquí dale un abrazo a tu madre ! - el continua riendo y entre risas comenta – pareces que no me ves hace tiempo – su madre lo aprieta fuerte y le responde – cierto, pero ves cómo es la vida, hoy estás mañana te me casas – y ríe junto a

su hijo.

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