Capítulo 3

     En otro lado de la ciudad en ese momento una mujer de no más allá de treinta y pocos años inicia su divorcio por infidelidad, la joven Lorenz se lo acaba de decir a su esposo

- pronto te llegaran los papeles del divorcio y lo firmas así puedes continuar tu vida con la amiguita que elegiste – el hombre detenido al otro lado de la habitación que mira por la ventana hacia la nada, no parece escuchar, por eso la joven vuelve a repetir

- ¡me escuchaste mañana...-

- sí, ya lo escuché - dice el hombre, era joven igual a Lorenz, su pelo color castaño caía sobre sus ojos, obligándolo a pestañar a cada rato.

El hombre se da vuelta y pregunta - ¿por qué debemos de separarnos, dime por qué? - y continua – solo fue un desliz, no fue nada, no significó nada – se pasa la mano por el cabello y continua – ya ni siquiera nos vemos -

Lorenz – lo que ustedes hagan no me interesa, ustedes ya son libres de hacer lo que quieran -

El joven intenta hablar – pero…

- ¡No me interesa Daltón, nada me interesa ya! se pasa la mano por su largo cabello negro y continua – me engañaste, yo creía en ti, puse todas mis expectativas en ti, ¡mi futuro en ti! solloza

Daltón intenta abrazarla –¡déjame! - y lo empuja lejos de sí.

Se hace un silencio entre los dos, solo se escucha el sollozo muy bajito de la joven Lorenz, hasta que el vuelve a hablar – lo siento mi amor, solo te pido que me perdones, volvamos a recomenzar, todavía es posible – todo lo decía muy rápido, casi sin darse cuenta, con desesperación.

-La joven sacude la cabeza – no, ya nada es igual que antes, desde que entró esa mujer en nuestras vidas – calla – las decisiones que una persona toma en su vida deben de hacerse cargo de ellas – y continua – tú te decidiste por ella, la elegiste a ella antes a que a mí y tu pequeño hijo – él la mira y hay cierta súplica en su voz cuando habla – ustedes son lo más importante para mí – ella lo escucha con los ojos empañados de lágrimas y con su rostro entre las manos lo observa.  Lorenz tiene el cabello largo y negro, ondulado, un rostro muy particular, sin ser bella es muy atractiva, una boca grande de abultados labios, con dientes blancos e iguales que al reírse hacen que se vea aún más hermosa. Lo más atractivo de Lorenz es su físico, desde niña fue a una escuela de baile lo que moldeo su cuerpo, su cintura muy estrecha y unas largas piernas también muy bien moldeadas, es bastante alta.  Sus ojos grises y sus pequeños lunares muy cerca de su nariz respingona le dan un cierto atractivo especial.  Luego que se calma mira a Daltón y habla – Daltón ya no te tengo confianza, ya no creo en ti, ya no somos lo mismo – calla mira hacia abajo – me lastimaste mucho Daltón - y de sus ojos caen las  lágrimas por sus mejillas, luego rápidamente se seca con el dorso de la mano el rostro y dice rápidamente tomando su bolso de mano – ¡terminemos con esto lo más rápido posible! - y se dispone a salir del apartamento él la detiene –¡espera!- ella se de vuelta y se dispone a escucharlo, él la mira en la brevedad de un instante y luego pregunta -¿ qué pasara con el grupo, lo has pensado? - Lorenz titubea un momento y luego – supongo que seguiremos tocando, nos está yendo bien, estamos recibiendo cada día más contrataciones para tocar en diferentes lugares – calla abruptamente y lo mira fijamente – salvo que tu hayas decidido irte – mira hacia abajo y continua – lo entenderé -

- no, no es eso...además quiero estar cerca de mi hijo, verlo crecer, bueno, tú sabes todo eso que significa ser parte de ser padre – la mira, se siente culpable, pero las cosas se salieron de control y ahora el por su inmadurez, por su idiotez estaba a punto de perder a Lorenz, si ya no la había perdido totalmente. Daltón continúa hablando – solo quería saber si tu ibas a continuar en el grupo -

Ella respira profundamente y luego – mira Daltón, lo que hago es mi vida, es lo que me gusta hacer – suspira – no conozco otra forma de ver la vida sino cantar, bailar, componer tocar la guitarra – calla – esa es mi vida, o mejor dicho es parte de mi vida porque la otra parte la componían tu y Jeremías – una lagrima sorda se cuelga por su mejilla - ¡ nuestro Jeremías! - calla – ahora solo queda en mi vida Jeremías y la música – se acerca él y apuntándole con el dedo le afirma – sigue tu camino desde hoy, como tú lo decidiste y déjame hacer la mía – respira - ¿lo entendiste? -

Luego camina con pasos firmes, hacía la puerta, ese día vestía jeans, rotos a la altura de la rodilla que la hacían más atractiva aún.  Lorenz salió al exterior y se tragó una bocanada de mundo.  Estaba sola, ella y su pequeño hijo y con el corazón y el alma quebrada, pero eran quebraduras que no se veían, se las llevaba por dentro, se las sentía por dentro y que al ir sanando con el pasar de los días la iban haciendo más fuerte.  Jeremías su pequeño hijo de casi dos años, al recordarlo se sonrió, él que todo lo valía.  La lucha, seguir adelante, curar sus heridas, superar el engaño.  El engaño y pensó en Daltón y en aquella jovencita metida en su tráiler la noche que fueron a tocar, que diablos se suponía que hacía y el muy descarado todavía lo negaba.  Recordaba la sucesión de hechos que pasó aquel día y enterarse que no era la primera vez que salía con ella.  Dolor y más dolor, ella amaba a Daltón, bah lo amó, porque inmediatamente sucedió esa serie de hechos, Daltón dejo de ser importante en la vida de Lorenz.  Es como algo muy profundo se hubiera muerto de golpe dentro de ella, lo único verdadero que quedó de aquel amor tan grande que sintiera por él, era su pequeño hijito Jeremías.  Su mente vuela hacía unos años más atrás por unos momentos cuando conoció a Daltón.  Recuerda que este tenía una banda de rock de poca monta que tocaba en algunos clubes sin importancia de la ciudad, su guitarrista que era un hombre se había ido porque le salió una mejor oferta en otra ciudad de otro grupo.  El hizo un llamado por un diario de la ciudad y resultó que ella estaba buscando algo parecido el diario llego a sus manos, “cosas del destino” diría Lorenz más tarde.  Con el diario en la mano se presentó en dicha dirección le tomaron una prueba y Daltón le gustó mucho su forma de tocar, también había tocado durante mucho tiempo piano, y era lo que hacía por aquel entonces dar clases de piano y por la noche para ganarse otro dinero más tocaba piano en un viejo bar, baladas, mientras la gente bailaba y se divertía.  Con ese dinero se pagaba sus clases de canto porque también le gustaba cantar.  Daltón la toma, sin antes tener una discusión con sus compañeros quienes no querían una mujer en su grupo, pues creían que esta solo iba a traer complicaciones al grupo.  Daltón fue más visionario y afirmó – esto no se trata de ser mujer o no ser mujer, entiendan, se trata de que toca muy bien la guitarra y además de ello canta- se detiene un instante, abre una botella de cerveza – ¿no se dieron cuenta de la voz que tiene? - y prosigue – ¡esa chica vino a sumar a la banda, lo presiento! -

      Desde ese día Lorenz fue parte de la Banda de rock que tenía como nombre “Los Esfumados rock”.  Comenzó como guitarrista del grupo y el tenerla a ella atraía mucho al público masculino y también a las mujeres que se sentían un poco identificadas.  La voz principal del grupo era Daltón y le seguía su compañero Daniel, pero un día probaron la voz de Lorenz que seguía trabajando su voz y les gustó y comenzó a ser una de las principales voces del grupo junto con la de Daltón.  Poco a poco se van conociendo hasta que Daltón la invita a salir y le dice de una que está muy enamorado de ella, le lleva flores, bombones y demás y ella le dice que siente lo mismo por él.  Luego vino el casamiento y pasaron muchos años para traer a Jeremías a sus vidas, pues ellos estaban entregados a la música, querían crecer y lo lograron.  Muchos de los temas de la banda fueron creados por Lorenz, tenían sus propios fans y eran bastantes conocidos en el país.  Incluso Lorenz dejo utilizar algunas de sus canciones y rimas para promocionar productos e incluso para campañas políticas, eso les generaba al grupo mucha entrada de dinero que subvencionaban sus traslados a otras partes del país.  Ahora pensó todo se terminó, pero todo es posible igual, respirar cuesta, andar duele.  Pero hay que seguir me entregare a mi música y a mi pequeño hijo.  Camino hasta su auto subió y se perdió en la distancia, mientras desde lo alto por la ventana Daltón la observaba con las manos metidas en sus jeans.

- ¡La cena está lista! - grito la mamá de Marcos, este se encontraba en el comedor saboreando un vaso de wiski, mientras la cena terminaba de ser preparada.  La primera en llegar fue Delfina, esta tenía dieciséis años, cabello claro por la cintura, con un muy bonito rostro, lleno de pecas, era la adoración de su hermano.  Era muy delgada practicaba gimnasia artística y le gustaba mucho la natación, además tocaba piano.  Su hermano le había regalado uno que se encontraba en la sala principal, cuando había reuniones Delfina solía tocar para los invitados, gustaba mucho hacerlo y la verdad que lo hacía muy bien, más allá de ello, la chica le gustaba otro tipo de música.  Asistía a la misma preparatoria que asistía Antonella por tanto la conocía o por lo menos la había visto alguna vez. Quien no puede conocer a Antonella y especialmente en la escuela.

- ¡Huy, que rico se ve y huele todo eso! - dice la jovencita

- Me alegro que le guste niña! - dice Rita la cocinera, en ese momento entra Marcos y al ver a su hermana se le cubren los ojos de amor, no puede disimularlo su hermana es su debilidad

¡Huy, quien se encuentra aquí! - Su hermana al verlo corre a los brazos de su hermano y lo abraza, hunde su cabeza en su pecho, Marcos le besa la cabeza, las mejillas, al mismo tiempo que dice - ¿cómo has estado? -

- ¡bien hermanito y tú! -

La cocinera los observa y desde su lugar piensa pocas personas adineradas pueden sentir ese amor tan grande, tan profundo y verdadero.

- Bueno cuéntame como te va en la escuela, en tus otras actividades, y fundamental- afirma con el dedo índice – como van tus notas – su hermana ríe y al hacerlo Marcos piensa en ese momento en Antonella, se llevan no más allá de dos o tres años, pero parece que su hermana tuviera una vida entera atrasada de lo que es la vida de Antonella.  Su pensamiento se va al yate, a ese camarote, pero su hermana chasquea los dedos diciendo - ¡Ey, no te me vayas al trabajo o adonde sea, quédate aquí, conmigo! - Marcos ríe y colocando sus dedos en la frente responde – si tienes razón, me quedo aquí contigo – y estira una mano y le acaricia la barbilla y con el dorso de su mano le pasa por la mejilla. Luego se entregan a una conversación trivial

- ¿algún noviecito? -

- ¡ay no que dices! - y se sonroja y agrega – ¡tú sabes cómo es la prepa, o te quieren porque ere muy popular, cosa que no lo soy, o porque eres muy hermosa! -

Su hermano le contesta – sí, algo de eso hay de verdad, pero también hay gente que piensa, que razona, que mira la vida de otra manera -

Delfina – son los menos – y se queda pensando un momento con el tenedor en la mano y agrega –     -por ejemplo, las chicas del último año – Marcos levanta rápido la cabeza y espera con cierta ansiedad disimulada que su hermana hable – sí, ¿qué sucede con ellas? -

- Hay una de ellas como es su nombre...- su hermana pone cara de querer recordar el nombre de la chica – así, Antonella, ese es su nombre – su hermano con disimulada ansiedad pregunta

- ¿qué sucede con ella? -

- bueno es una de las chicas populares, a las que todas siguen, su estilo, su color de ropa, sus fiestas, sus zapatos, su novio capitán del cuadro de basquetbol – silencio – y encima se hace la mala -

- ¿la mala? - pregunta su hermano

- sí -

- ¿cómo la mala? - pregunta su hermano

- ridiculiza a las demás chicas, a las que no son como ellas, o simplemente por diversión -

Marcos pregunta enseguida - ¿a ti te ha hecho algo? -

- no, trato de no compartir sus espacios, además pertenecemos a clases diferentes y es poco probable que nos lleguemos a encontrar – y agrega – tampoco es el tipo de amigas que me elegiría por más bella que sea -

Marcos quedó en silencio, que lo quebró su madre – es una chica complicada entonces -

Delfina – algo así -

     Marcos recuerda esas conversaciones con su hermana acerca de Antonella, porque no la escuchó, porque no puso atención en las palabras y comentarios de Delfina, escuchó la voz de su hija Serena que lo extrajo de su pasado. La vio, tenía los ojos de su madre, el cabello largo y negro como el de Marcos, era muy delgada y gustaba del piano como su tía Delfina.

Se acerca a ella suavemente y la toma por la cintura y la alza en brazos

- ¡Déjame papá! - dice la niña con su vocecita, luego se da vuelta y se cuelga de su cuello y lo aprieta contra si diciendo

- papá te quiero mucho, mucho! -

- ¡Papá también! - responde Marcos

Desde la ventana de la planta alta Antonella mira a padre e hija con cierto desdén.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo