El tono de voz que usó Josefa para llamar a Andrés, lo alertó sobre un reclamo; así que, él prefirió seguir caminando como si no la hubiese escuchado, pero esto no le sirvió de nada, porque ella corrió y gritó aún más fuerte.
— ¡Hey, Andrés! ¿No piensas detenerte?— Sin ganas de disimular su enfado, Josefa se agachó y recogió unas conchas de mango podridas, que estaban tiradas en el piso y se las pegó por la espalda, manchando su camisa.
Andrés, se detuvo en el acto y volteó a ver a Josefa, en tanto se limpiaba su espalda con la mano.
— ¿Qué te sucede Josefa? ¿te estás volviendo loca? — habló extrañado como si desconociera el motivo de su molestia.
Paty, muy nerviosa por la situación, empezó a pedirle a Josefa que se fueran, pero ella se negaba en hacerlo, y solo se alteraba más cada segundo que pasaba, creando así un gran espectáculo.
— ¿Por qué me dejaste sola en el gallinero, despues de haber pasado la noche juntos? ¿No se supone que eres todo un caballero?— Gritó Josefa y todos los