83. Entrega
Nuria
El sabor de él aún estaba en mis labios. Su olor... amaderado, salvaje, cálido... impregnaba cada rincón de aquella habitación, como si los propios muebles supieran que él era mío.
O mejor dicho... que yo era suya. O quizás ninguna de las dos cosas. Quizás ambas. Todavía no conseguía entender cómo aquel Alfa, bruto y dominante, podía ser el nombre escrito en la profecía de mi linaje.
¿Será que la Diosa cometió un error? ¿O fui yo quien se equivocó, al dejarlo acercarse tanto?
Stefanos estaba arrodillado entre mis piernas, las manos firmes en mi cintura, deslizándose con lentitud por mi muslo, subiendo la tela fina del vestido que llevaba.
Cada toque era una sentencia. Cada mirada, una promesa.
Era diferente a todo lo que había sentido antes. No era solo deseo... era necesidad. No era solo excitación... era fuego, quemando por dentro, exigiendo ser saciado.
La forma en que me miraba... como si mi cuerpo fuera un templo y él fuera el único permitido tocarlo. Como si ya supiera cad