419. Desayuno
Kiara
Salimos de la tienda con los vestidos cuidadosamente envueltos en bolsas de tela fina, los rostros aún rojos de tanto reír y llorar. La mañana estaba fresca, el cielo azul con nubes dispersas, y había una ligereza en nuestros pasos que hacía que todo pareciera un sueño.
"Necesitamos café", dijo Nuria, limpiándose los ojos discretamente. "Y pastel. Mucho pastel".
"Apoyo la moción", respondió Jenna, ya jalando a Juliana de la mano. "¡Estamos a punto de casar a nuestras hijas! Eso merece un banquete dulce".
Entramos a una cafetería encantadora, con mesitas de madera clara y vitrinas llenas de tartas y pasteles decorados. El olor a café recién hecho llenaba el aire como un abrazo cálido.
Nos sentamos las cuatro cerca de la ventana, y pronto llegaron tazas humeantes, porciones generosas de pastel de naranja con cobertura de azúcar y trozos de tarta de moras que parecían sacados directamente de un cuento de hadas.
El ambiente entre nosotras era de pura calidez, como si el tiempo se hu