Pierre

Cerré la puerta de mi cuarto de golpe y arrojé las llaves sobre la mesa.

La rabia aún me hervía bajo la piel, pero ya no era por Kiara.

Maldición.

Me pasé la mano por el cabello, respirando hondo, tratando de entender en qué momento todo se había desbaratado tanto.

Ver a Kiara con ese lobo... fue un puñetazo en el estómago, claro. La idea de que ya no necesitaba a nadie de Boreal, que estaba dispuesta a arriesgarse por un extraño, todavía me carcomía.

Pero eso no era lo que más me dolía.

Lo que realmente no salía de mi cabeza era la mirada de Juliana cuando me gritó. Esa rabia en sus ojos, la voz entrecortada... y lo peor: el llanto que intentó esconder cuando se dio la vuelta.

Maldita sea.

Golpeé con fuerza el costado de la mesa, apretando los puños.

"Tal vez sea hora de madurar, Juliana."

Las palabras martilleaban en mi mente como una sentencia.

¿Cómo pude ser tan idiota?

Era precisamente ese lado de ella... la sonrisa fácil, el carácter despreocupado, el brillo en sus ojos c