280. Entrenamiento
Kiara
Juliana y yo giramos la cabeza lentamente, como quien intenta disimular, pero ya sabiendo quién estaba plantado allí como un poste: Pierre.
Nos miraba con el ceño fruncido, los brazos cruzados y esa mirada de quien escuchó más de lo que debía.
Juliana se levantó primero, llena de actitud. Yo fui detrás, tratando de parecer normal, lo cual, sinceramente, ya era imposible ese día.
"¿Estabas escuchando nuestra conversación, entrometido?", le lanzó Juliana, con las manos en la cintura.
"Yo solo estaba aquí... respirando", él replicó, con esa voz seria de siempre.
"Respirando justo encima de nuestra charla. Ve a entrenar ese olfato en otro lugar, hijo de Verónica", ella resopló, empujando su hombro con el dedo.
Pierre no respondió. Solo desvió la mirada hacia mí y fue ahí que lo sentí. Él lo sabía.
Antes de que pudiera decir algo, el entrenador llegó silbando, con la tabla bajo el brazo.
"¡Vamos a calentar, lobos! Voy a formar parejas. ¡Tan pronto como diga sus nombres, acérquense!"