202. Intenten detenernos
Nuria
"Rojo".
La palabra escapó de mí en un susurro tembloroso, mientras observaba la gota resbalar por mi mano.
No azul. No Millenar.
Rojo.
Mi sangre... había cambiado.
Miré a Stefanos, y en ese instante, lo supe. Y él también.
En sus ojos, había un brillo que nadie más podía entender. No era sorpresa. Era reconocimiento.
Estábamos esperando una niña.
La hija de un alfa hecho de acero... con el corazón de una loba hecha de fuego.
Mi pecho se oprimió y el dolor de la cuchilla se volvió insignificante ante la revelación. Tendríamos una niña. La próxima generación de las Millenar estaba asegurada con la sangre de mi alfa.
Nuestra hija amada y esperada.
Pero el momento de paz duró poco.
El gruñido de Stefanos rasgó el salón como un trueno. Tan fuerte. Tan primal. Tan aterrador, que los consejeros retrocedieron instintivamente.
Hasta los lobos entrenados dudaron.
Solon aún me sujetaba por la mano cortada, y el agarre se intensificó, cruel, firme, intentando anclarme en el control que esta