196. La guerra toma un nuevo color
Nuria
Diez días.
Ya habían pasado diez largos días desde que Stefanos y Rylan se fueron. Y, con cada amanecer, mi alma parecía más inquieta.
La manada estaba bajo un estricto esquema de seguridad, con rondas duplicadas y sensores reforzados, pero... mi corazón no estaba tranquilo. Porque no era solo la ausencia de él lo que me corroía, era la certeza de que, cada vez que decía "está todo bien, Ruina", estaba mintiendo.
Hablábamos todos los días. Por mensajes cortos, llamadas con imagen estática o solo audio. E incluso cuando su voz sonaba firme, algo dentro de mí gritaba.
Stefanos estaba ocultando la gravedad.
Algo lo estaba desangrando por dentro, y él no quería que yo lo viera.
En la mañana del undécimo día, el cielo amaneció grisáceo como si reflejara mi pecho.
Yo estaba en la cocina, mezclando té de raíz dulce con manzanilla, intentando fingir normalidad mientras Jenna cortaba pedazos de pastel en silencio.
Ella tampoco estaba bien. Desde que supo de la guerra, de los alfas traido