148. Después del café
Nuria
El sol apenas empezaba a filtrarse por las cortinas, tiñendo la habitación con un tono dorado suave, y mi cuerpo... todavía me dolía.
Pero era un dolor bueno.
Un dolor lleno de recuerdos.
Cada músculo parecía recordarme la noche anterior. Sus manos, su boca, el peso de su cuerpo sobre el mío como una promesa antigua cumpliéndose con cada toque.
Nunca pensé que sería así. Nunca creí que un lobo como él se entregaría tanto. Por mucho que viera el amor de mis padres, él renunció a todo por nosotros. Stefanos era la fuerza, era el poder y aun así se entregaba a lo nuestro sin reservas.
Me moví despacio, soltando un suspiro ahogado al sentir su brazo todavía sobre mi cintura. Pesado. Posesivo. Incluso dormido, Stefanos me sujetaba como si el mundo pudiera intentar llevarme en cualquier instante.
Giré un poco el rostro.
Él dormía de lado, el cabello desordenado, la barba sombreando su fuerte mandíbula y la boca entreabierta, como si estuviera en medio de un sueño. Su pecho subía y baj