120. Perdón
Nuria
Él me llevó al dormitorio de invitados al lado del nuestro sin decir una palabra.
Sus manos firmes en mi muñeca. La mirada en llamas. El cuerpo tenso como si cargara el mundo entero sobre sus hombros... y quizás así era.
La puerta se cerró de golpe detrás de nosotros.
Él no me miró.
Todavía no.
Fue hasta el centro de la habitación, se detuvo de espaldas a mí. Respiró hondo. Una vez. Dos.
Y entonces, finalmente, habló:
"Te lastimé."
La voz salió baja, ronca. Casi un gruñido contenido.
"Sé que te dejé sola. Que mentí. Que fui un idiota al creer que podía protegerte escondiéndote las cosas."
Me acerqué despacio. Pero él se giró antes de que yo dijera algo.
Y allí estaba él. No arrodillado. No destrozado. Sino aún de pie, más desnudo que si estuviera sin ropa.
"Tienes derecho a odiarme ahora. A dormir en otra habitación. A tirarme algo a la cara. Pero no pienses, ni por un segundo, que soportaría perderte por esto."
El aire entre nosotros ardía.
"¿Crees que no lo sentí?", pregunté,