El despertador sonó, iba a continuar durmiendo cuando recordé que debía llevar a los niños al colegio. Nunca había hecho esto, a Eros lo llevé medio dormido a la ducha.
—Papi, yo me sé bañar solo. —dijo algo más despierto.
—Bueno, me voy a despertar al pitufo.
Lo vi sonreír, despertar a Ernesto de un tiempo para acá era complicado, antes no dormía tanto y su sueño era ligero, desde la llegada de Virginia duerme profundo. Escuchaba a mi madre en la cocina riendo quién sabe de qué, me había visto llevar a Ernesto dormido al baño. Esperé que el agua saliera tibia, Eros había salido y había llegado a mi baño con su toalla en la cintura y su cepillo de dientes sin pasta.
—Papi no hay pasta de diente. —Lo miré, ¡Carajos!
—Dame un segundo, debo resucitar a un oso perezoso. —metí a Ernesto al agua y el muy descarado seguía dormido—. ¿Esto lo haces siempre, hijo?
—Siempre.
Respondió mi madre que ingresaba sonriente con un brillo en sus ojos diferentes, le entregó a Eros una pasta de diente. De