Capítulo 9.
Los guardias no tardaron en ponerse manos a la obra, empezaron a golpear a Manuel y su grupo.
Observé con fría satisfacción cómo los lobos guardia élite de Dominic entraban en acción. No eran guerreros comunes de la manada; eran los mejores del Territorio Norte, soldados entrenados que habían combatido en guerras territoriales.
Los guardias se transformaron al instante en su forma lobuna, sus ojos eran ardientes por la ferocidad asesina, además, mostraron los colmillos cuando se lanzaron contra el grupo de Manuel. Sus gruñidos eran profundos y aterradores, el sonido de depredadores que ya habían probado la sangre.
Manuel y los demás se apresuraron a transformarse para defenderse, pero resultaba patético de ver. Eran lobos urbanos, suaves, que nunca habían participado en un combate real.
Los guardias estaban bien entrenados y eran poderosamente fornidos, con músculos ondulantes bajo sus gruesos pelajes de lobos. Se movían con precisión letal, cada ataque estaba calculado para causar el