Regresando un poco en el tiempo, Alejandro aprovecho se momento de descanso para ir a robar algunos dulces a la cocina, buscando tomar el postre que era para Eduardo y justo cuando estaba por tomarlo…
- Majestad ¿de nuevo? – escucho la voz de una joven adolescente que le miraba con los brazos cruzados y con un cucharon de madera entre sus manos.
- Oh… hola Anabel – saludo el pelinegro riendo nervioso y un poco apenado, mirando a la chica que le gustaba: una hermosa beta de piel clara, ojos color azules y cabello castaño; quien era la jefa de cocina con tan solo 20 años de edad.
- Sabe majestad, me sorprende sus diabluras y recién regresando de casa de sus abuelos – opino ella alejando al chico de los postres – además, si va a tomar un postre ¿Por qué siempre toma el de su hermano?
- Vamos Ana, no me regañes tan feo – dijo haciendo un puchero - tú sabes que siempre se lo regreso.
- Si, pero siempre se come la mitad de su postre antes de dárselo a su hermano.
- Jeje… cierto tal vez soy