Mundo de ficçãoIniciar sessãoNada, ni nadie pudo calmar mi dolor en ese momento. Así que tuvieron que sedarme. La dosis debió dormirme, pero me mantuve despierta, aunque mi mente estaba desconectada del mundo a mi alrededor.
Cuando volví en sí estaba acostada en el sofá de la biblioteca. El olor a té negro invadió mis fosas nasales y vi la taza de porcelana humeando en la mesita de centro. La luz de la luna se filtraba por los ventanales de cristal y al fondo los sollozos llegaban desde la sala.
Al levantarme sentí un intenso mareo que me obligó a apoyarme en el respaldo del sofá. La habitación giraba lentamente, y los recuerdos me invadían sin dejarme respirar.







