No quería salir de la habitación. La luz del sol ya se veía a través de la ventana y eso significaba que los hermanos Snow esperaban por mí. Solo pensar que debía bajar y mirar a la cara a Austros y Caelus hacía que un escalofrío me bajase por la espalda. Maldita sea la hora en la que me convertí en una persona tan curiosa.
«Te habían dado una orden, Bianka,una simple orden. No salgas de la maldita habitación, pero como siempre tienes que meterte en problemas.»
Me acurruqué más debajo de la sábana y cerré mis ojos.
«Quizás ya todos los hermanos sabían de mi desobediencia ayer y ahora esperaban por mi para echarme de patitas a la calle.»
El rostro enojado de Caelus apareció en mi mente, parecía decepcionado y sentí una pequeña opresión en mi pecho. Solté un bufido y patalié en la cama. Tal vez si me quedaba aquí para siempre no tendría que enfrentarlos, pero esa no era una opción. Me había prometido a mi misma seguir adelante sin importar lo que pasase, y si para ello tenía que enfrent