Papá nunca me había llevado a sus viajes, ni siquiera cuando lo acompañaba mi madre. Siempre me dejaban en casa con una niñera, pero esa vez fue diferente. Tal vez sintió pena por mi, la muerte de mi madre habría sido reciente y sintió lástima por la pequeña que no podía dormir en las noches.
Habíamos viajado en un avión y aunque tuve miedo al principio, luego de unas horas me quedé totalmente dormida en su regazo y desperté tiempo después en la parte trasera de un auto. Él iba al frente manejando, me dió los buenos días con una sonrisa y me dijo que pronto llegaríamos a nuestro destino.
Tenía razón, en poco minutos vislumbré una enorme casa en la que mi padre detuvo el coche. Afuera un hombre con traje elegante y apariencia seria nos esperaba. Papá salió de inmediato y ambos se saludaron con un abrazo. Yo no quería salir del coche, junto al señor habían dos niños, yo nunca había visto niños varones o hablado con ellos, siempre estaba en casa recibiendo clases privadas. Papá recordó