Liesel lo ayudó a quitarse la ropa, lo quería completamente desnudo para saborear de su piel, quería recorrerlo palmo a palmo, centímetro a centímetro, quería liberar las ataduras que la mantenían sujeta al pasado, quería comenzar de nuevo y está era su iniciación.
Cuando Derek estaba vestido solo con su piel, ella bajó de la cama. Lentamente deslizó la cremallera del vestido y poco a poco fue dejando caer las mangas hasta que este cayó a sus pies dejándola únicamente con unas braguitas negras de encaje que no cubrían absolutamente nada.
Ella subió de nuevo a la cama, al lado del hombre que le hacía latir el corazón y hervir la sangre.
—Eres tan condenadamente hermosa —le susurró Derek al oído.
Ella olía a una mezcla de toque picante con
matices especiados, su almizcle tenía esa noche un olor intenso, sensual, dulzón y cálido.
—Mmm, lo sé, pero me encanta que me lo digas.
A ella le gustaba sentirse especial, hermosa y sensual para él. El corazón le palpitó de forma errática y Dere