CAPÍTULO 40
El pequeño sonrió y de repente Fabiano se levantó de prisa, al sentir su pantalón mojado.

—Hey zorillo, ¡me orinaste! —exclamó Fabiano. Mientras caminaba hacia la puerta, secando su pantalón con una toalla.

Vicent soltó una sonora carcajada y limpió el orine del pequeño, antes de terminar de vestirlo.

—No te vayas, Fabiano quédate con ellos mientras me baño.

—No, no, no. Tengo sueño Vicent. Mira la hora. Tengo una reunión mañana temprano. —Trataba de excusarse Fabiano para tratar de escapar de su hermano y sus pequeños terremotos.

Pero Vicent no estaba dispuesto a dejarlo ir.

—No te vayas. Déjame bañarme rápido y después te vas.

Vicent corrió hacia el baño y dejó a Fabiano parado en la puerta. El hombre sin remedio se acercó a la cama y se recostó al lado de los pequeños.

Vicent se bañó rápido, salió en paño hacia la habitación y encontró a su hermano dormido junto a sus pequeños.

Vicent no pudo evitar sonreír al ver al pe
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