CAPÍTULO 67
—¡¡No!! Vamos a la mansión. Es una herida superficial, yo mismo sacaré esa bala. —les dijo el viejo, acomodándose en el asiento, mostrándose fuerte delante de sus hijos.

—Padre...

Vicent trató de persuadirlo, pero el viejo lo ignoró y dio órdenes directas al chófer.

—Fiore. ¡Vamos a la mansión! Quiero ver y abrazar a mis nietos.

El hombre asintió viendo al viejo por el retrovisor. Los hermanos se observaron entre sí y entendieron que debían apoyarlo. De igual manera, Vicent sacó su teléfono y tecleó algunos mensajes.

—Ok, padre. Primero llegaremos a la mansión. Evaluaremos la situación y después mandaré a buscar a la familia. —le respondió Vicent con la voz entrecortada.

El viejo asintió y un silencio ensordecedor se apoderó del lugar.

Vicent no podía hablar con el nudo que tenía en la garganta. Fabiano le reprochaba a Dios el hecho de quitarle a su padre cuando por fin lo había encontrado, y el viejo Vicente le pedía a Dios poder ver a sus nietos antes de morir.

El viejo Santo
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