Un jefe considerado.

—Eh —dijo Gabriel a través del teléfono, su voz era extremadamente tranquila y Sabrina pudo oír el fuerte sonido de la suave brisa.

—¿Gabriel?, ¿por qué llamas tan tarde, son casi las doce —susurró Sabrina que acababa de despertarse por las incesantes llamadas de él, todavía media despierta.

—Lo siento, pero ¿podrías salir un momento?

—¡¿Qué?! ¿Cómo fuera de mi casa?, ¿qué haces fuera de mi casa a estas horas de la noche?

Sabrina se levantó de la cama, su somnolencia desapareció en ese instante.

Encendió la luz de su habitación y corrió hacia la ventana para asomarse al exterior.

Había un Tesla aparcado frente a su puerta y vio a Gabriel apoyado en él, con el teléfono en la oreja.

—Te echaba de menos, no podía dormir, así que he decidido pasarme por aquí —respondió Gabriel. levantó los ojos para mirar en dirección a la habitación iluminada.

Divisó las facciones de Sabrina cerca del cristal de la ventana, se le dibujó una sonrisa en los labios y levantó la mano para saludarla.

—¡¡¡Gabr
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