C298-¡YA VIENE!
Los muros del castillo estaban hechos trizas, aplastados por el hielo de Kaelior. El suelo estaba cubierto de cristales, huesos y cadáveres, donde antes habia vida, ahora todo parecía muerto.
Todo, excepto ella.
Eleonora esperaba a Drakos entre la niebla.
De pie, sobre un charco de sangre, desenvainó su espada negra. Era curva, larga, forjada con huesos de dragón y runas marcadas con fuego oscuro.
Drakos apareció entre el humo, sus pasos eran forzados, la sangre bajaba por su brazo izquierdo, y tenía el torso cubierto de heridas. No podía transformarse, pero no pensaba rendirse.
—¡Eleonora! —rugió, buscando su silueta en la bruma—. ¡Da la cara, maldit4!
Una risa aguda cortó el silencio.
—¿En serio pensaste que escaparía? —dijo la guerrera, avanzando hacia él con la espada en alto—. No, Drakos… quería que esto fuera íntimo. Personal.
El rey apretó los dientes y sus ojos ardieron de rabia.
—Te juro —espetó con voz grave— que voy a quemar cada uno de tus malditos huesos.