Liam frunce el ceño. Su mandíbula se tensa. Da un paso al frente, sin apartar la mirada de Lucas. –¿Obsesión? –repite con un deje de incredulidad, pero su voz es más fría que molesta. – ¿Eso creés que es lo que siento? ¿Obsesión?
Lucas mantiene la mirada baja, pero su tono se vuelve más cortante. –Sí. Porque todo en ti grita rabia. Y en la rabia, Liam, hasta los inocentes terminan crucificados.
–No me hables de inocentes –gruñe Liam, acercándose aún más. . – Si hay alguien que sabe esconderse detrás de una sonrisa perfecta, esa es Kate. Vos no estuviste cuando ella manipuló todo a su favor, cuando me miraba a los ojos jurando lealtad y al mismo tiempo envenenaba todo lo que tocaba.
–¿Y estás seguro de que no querés culparla solo porque su amistad se rompió? –pregunta Lucas con la ceja arqueada, en voz baja, como quien lanza un anzuelo.
–¡No! –gritó Liam, y su voz retumbó en las paredes como un disparo. – Esto no es por un corazón roto. ¡Esto es por Amara! ¡Por la vida de la mujer