–¿Qué es lo que estás haciendo, Liam? –pregunta Ayslin, cargada de un tono que oscila entre la incredulidad y la furia contenida–. ¿De verdad piensas que desapareciendo de su vida así vas a conseguir algo? ¿Qué pretendes? ¿Castigarla? ¿O castigarte a ti mismo? Dímelo, ¿la amas o no?
Liam le sostiene la mirada por un largo instante. Tiene los ojos nublados, como si cada palabra que va a pronunciar pesara toneladas. –Ayslin… entiéndelo. No puedo seguir soportando sus desplantes. Soporté que me atacaran, que me culparan de algo que jamás hice. Me quedé a su lado incluso cuando todo el mundo me dio la espalda… incluso cuando mi mejor amiga me rogó que me apartara. Luché contra todos, contra mí mismo, por salvarla… y aun así, ella no fue capaz de mover un solo dedo para luchar por mí amor –sus labios tiemblan al pronunciar estas últimas palabras, y un destello de tristeza atraviesa su mirada. –Amara… Amara jamás cambiará.
Ayslin se inclina hacia él, con el ceño fruncido, como si quisiera