Al día siguiente, la cárcel despierta con el mismo sonido metálico de cada mañana: rejas que se cierran, botas que golpean el suelo, llaves que tintinean como campanas lúgubres. Sin embargo, en una de las celdas, el ambiente es distinto. Hay un fuego silencioso que se enciende en la mirada de Kate.
El televisor de la sala común vomita titulares. Una presentadora sonríe mientras las imágenes proyectan la noticia en pantalla: “La diseñadora de modas Amara Laveau y su ex guardaespaldas Liam Kane anuncian boda. El enlace tendrá lugar en tan solo una semana .”
Kate deja escapar una risa baja, seca, que hace que las internas cercanas la miren con recelo. Sus dedos tamborilean sobre la mesa de metal con precisión matemática. La furia le recorre la piel, pero no la descontrola. Al contrario, la organiza. Es un veneno frío que le da lucidez.
–Una semana …. –murmura, dejando que la palabra se estire como una promesa. Su sonrisa se curva con la lentitud de un filo al descubierto. – Ingenua,