AL DÍA SIGUIENTE
–¿Qué carajos hago ahora? –exclama Amara, con la voz quebrada entre la furia y el miedo, mientras sus dedos tamborilean con violencia sobre el escritorio. Sus ojos, encendidos, se clavan en el hombre frente a ella como si buscara arrancarle una solución inmediata.
El abogado, un hombre de traje impecable y expresión contenida, cierra lentamente la carpeta que ha estado revisando. El chasquido seco del metal al encajar los papeles suena como un veredicto anticipado. –Amara… –su tono es medido, casi clínico, pero cargado de una tensión que intenta disimular–, entiendo tu frustración. Créeme, la comprendo más de lo que piensas. Pero los acuerdos que celebraste con tu padre están firmados, protocolizados y validados ante notario. La cláusula matrimonial que tanto odias formaba parte de un convenio de sucesión anticipada y, hasta esta mañana, era inquebrantable.
Ella lo interrumpe con un golpe en la mesa. –¡Él aceptó cancelarla! ¡Lo dijo frente a mí!
El abogado asient