C79- NOCHE LONDINENSE
—Quiero hacer un intercambio. Tu cuñada se va… —le dio una mordida suave en su labio, un roce que electrizó su piel—. Pero tú te quedas.
Ella intentó encontrar aire, encontrar la fuerza para apartarse. Pero solo un susurro escapó.
—¿Quedarme?
Santiago subió su mano y la agarró del cuello y su pulgar acarició la línea de su mandíbula.
—No te atrevas a mentir mi alma. Porque anoche no fue una estrategia lo que sentí—le colocó la palma en el pecho, sobre el corazón que latía desbocado contra sus costillas y su otra mano descendió por su espalda, deteniéndose en la curva baja de su columna—. Puede que digas que no con la boca... pero tu cuerpo ya me dijo que sí. Y es a él al que le creo.
La atrajo contra él otra vez y Emma intentó empujarle, pero la fuerza fue débil, minada por un deseo que le licuaba los huesos.
—Ya estuvo muy bueno de jueguitos —susurró fijando sus ojos en ella y acercando los labios—. Ahora vas a dejar de pensar… y vas a sentir.
El beso que le