C50 -ELLA SE QUEDA.
Dentro del coche, el motor rugía y las luces de la ciudad pasaban como destellos rápidos. Lily iba encogida en el asiento trasero, con las mejillas empapadas de lágrimas y solo repetía una cosa:
—¡Quiero a mi papá! ¡Papaaaaa! ¡Quiero a mi papaaa!
Uno de los hombres de Viktor, con un tatuaje de carabela en la cara, giró hacia ella con una mueca de fastidio.
—Cállate, niña. ¡Me tienes harto!
Pero Lily no entendía la magnitud del peligro en el que estaba.
—¡No! ¡Quiero a papá! ¡Papiiii! —sollozó, con el cuerpo temblando de miedo.
El hombre extendió la mano y le sujetó la cara con fuerza, obligándola a mirarlo.
—Abre esa boca otra vez y te aseguro que vas a arrepentirte —el hombre la zarandeó— ¡Y no me importa si el jefe me castiga!
—Ya, ya, déjala —replicó el que manejaba—. No te conviene joderla ahora, el jefe la necesita.
El hombre hizo un gesto fiero y la soltó, y Lily se encogió contra la puerta, llorando en silencio, ahogada en terror.
En ot