—Voy a ser honesta contigo, Rosalin. No vengo buscando una relación fraternal. Nunca tuve hermanos y no necesito una ahora. Sin embargo, sí necesito tu ayuda con un asunto, y estoy dispuesta a ser muy generosa al respecto. Mi esposo es un hombre muy adinerado.
—¿Estás casada? —Rosalin miró de soslayo al tal Kamal, que seguía en la misma pose, imperturbable como una estatua.
La expresión confundida de Rosalin hizo que Rosanna sonriera con más amplitud, inclinándose hacia adelante como si fuera a contarle un secreto.
—Sí, estoy casada hace varios años. Y también tengo una hija pequeña.
—¿Soy tía? Oh, Dios, esto es tan… emocionante.
Rosalin se movió hacia el otro extremo del sofá, quedando apenas a unos centímetros de Rosanna. La miraba con una sonrisa sincera y parecía que todo el miedo anterior había desaparecido junto con sus dudas.
—Rosalin, concéntrate. Ten